Al
estar plenamente inmerso en el “sarao” de una Primera Comunión,
uno que a veces le da por pensar se pregunta, ¿qué estamos
haciendo?.
Lo
que en principio es una celebración muy austera y comedida, la
estamos transformando en un festín de derroche y despilfarro, al
igual que hemos hecho con cualquier evento religioso, véase un
bautizo o una boda y los mismos derroteros han corrido otras fechas
significativas tipo Navidad o Semana Santa.
Si
partimos de la DEFINICIÓN DE PRIMERA COMUNIÓN: Ceremonia en la que
una persona cristiana participa por primera vez del sacramento de la
Eucaristía recibiendo la comunión (el cuerpo y la sangre de
Jesucristo), siendo un requisito obligatorio haber recibido antes el
sacramento del bautismo y el de la penitencia o confesión.
Desconocía
que el hecho de “recibir el cuerpo y la sangre de Cristo”
generase tanto alboroto y confusión entre los feligreses,
llevándonos incluso a cometer algunos pecados capitales.
Ya
lo decía mi admirado Don Emilio Calatayud (Juez de Menores de Granada) el año pasado pidiendo mesura con los convites de las comuniones y creo que se quedó corto.
¡¡¡Perdónanos Señor porque no sabemos lo que hacemos!!!.
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